- La primera fase de la operación se ha saldado con la detención de siete de sus miembros que explotaban sexualmente a las víctimas traficadas en la zona del Levante español
- Los agentes han detenido y conseguido la vinculación de esta operación con multitud de operaciones de tráfico de personas a través del Estrecho de Gibraltar, ya sea en pateras u ocultos en vehículos
Agentes de Policía Nacional, en colaboración con la Dirección General de la Seguridad Nacional de Marruecos han desarticulado una de las más importantes organizaciones de origen nigeriano dedicada al tráfico y trata de seres humanos con fines de explotación sexual. La operación se ha desarrollado en dos fases diferentes, una de ellas en suelo español que se saldó con la detención de siete personas miembros de una organización nigeriana especializada en la explotación sexual de mujeres también de origen nigeriano.
La información obtenida de esta investigación llevó a los agentes hasta otros tres ciudadanos, también de Nigeria, que desde Marruecos eran los que abastecían de mujeres a la anterior. Continuando con las gestiones oportunas, la Policía logró reunir las pruebas necesarias como para poder afirmar que estos últimos son los máximos responsables de las operaciones de tráfico ilegal de inmigrantes a través del Estrecho de Gibraltar de los últimos años, por lo que solicitaron las oportunas Órdenes Internacionales de Detención para la Extradición de los mismos. Tras ser ejecutadas dichas detenciones por agentes de la Dirección General de la Seguridad Nacional de Marruecos, se da por completamente desarticulada la organización que controlaba la práctica totalidad de pateras que cruzaban el Estrecho de Gibraltar desde 2008.
Siete explotadores sexuales detenido en España
La investigación comenzó en agosto de 2015, cuando la Policía localizó a una víctima de trata de seres humanos con fines de explotación sexual de origen nigeriano, de tan solo 16 años de edad, alojada en un centro de menores de Ceuta. Inmediatamente, agentes especializados en este tipo delictivo comenzaron una intensa investigación que los llevó hasta una organización criminal de origen nigeriano especializada en la explotación sexual de mujeres de su misma nacionalidad, fuertemente asentada en la localidad alicantina de Torrevieja.
Comenzaba así la primera fase operativa de esta investigación que tuvo lugar en abril del año pasado y se saldó con la detención de siete personas de origen nigeriano, cuatro de los cuales se encuentran actualmente ingresados en prisión provisional sin fianza. Los detenidos estaban integrados en dos grupos, liderados por dos mujeres de las que la Policía tiene constancia de que habrían traficado al menos con 39 mujeres a las que después habrían explotado sexualmente.
Las tratantes sometían a las víctimas que se mostraban díscolas con las órdenes que recibían de los miembros de la organización a durísimas condiciones de supervivencia, alimentándolas exclusivamente a base de pan y llegando, incluso, a exigirlas los tickets de compra del supermercado para asegurarse así de que no compraban ningún otro alimento.
Condiciones de absoluta esclavitud: «no había otra opción»
En cuanto al trabajo, las mujeres eran obligadas a prostituirse todos los días de la semana, durante más de doce horas al día, desde última hora de la tarde hasta primera hora del día siguiente, teniendo absolutamente prohibido regresar al domicilio en el que vivían antes del amanecer y debiendo traer a su vuelta la cantidad de dinero estipulada por los tratantes.
Si regresaban antes o no entregaban el dinero convenido, eran duramente castigadas. Esto, unido a la gran competencia que tenían, pues el número de mujeres de origen nigeriano obligadas a ejercer la prostitución en Torrevieja era muy elevado, hacía que se vieran obligadas a ofrecer servicios sexuales a precios muy bajos, incluso por 5 euros.
Ni siquiera cuando regresaban al domicilio después de toda la noche trabajando se las permitía descansar, pues los tratantes se encargaban de buscar otros empleos a alguna de ellas cuidando ancianos en sus domicilios y teniendo que cocinar posteriormente para ellos. El grado de control ejercido por los tratantes sobre las víctimas y la situación de miedo en la que vivían quedaron reflejados en sus declaraciones posteriores, en las que llegaron a asegurar a los agentes que «no había otra opción».
Además, las víctimas vivían hacinadas y en pésimas condiciones de higiene y habitabilidad, siendo obligadas a compartir todas la misma habitación y estando sometidas a un rígido sistema de multas que las imponían por cualquier causa y que incrementaba la deuda contraída con la organización hasta convertirla en impagable.
Segunda fase: detenidos los traficantes que abastecían, entre otras, a la anterior organización
El análisis pormenorizado de la información obtenida a lo largo de la investigación permitió a los agentes identificar plenamente a otros miembros de la organización, afincados en Nigeria y en Marruecos, que actuaban en las fases del delito de trata de seres humanos previas a la explotación sexual de las víctimas. Así, participaban en la captación de mujeres y en la realización de rituales de vudú sobre las mismas antes de salir de Nigeria, en su desplazamiento por tierra desde allí hasta el norte de Marruecos, en su alojamiento en ese país a la espera de su traslado a la Península y del cruce de las mismas atravesando el Estrecho de Gibraltar en pequeñas embarcaciones tipo «patera» u ocultas en el interior de vehículos hasta nuestros puertos y costas.
Los tres eran de origen nigeriano. Uno de ellos operaba a caballo entre las ciudades de Rabat y Tánger y ha sido catalogado por las autoridades policiales tanto marroquíes como españolas como un histórico traficante de personas y el máximo responsable de gran parte de las operaciones de cruce ilegal del Estrecho de Gibraltar con inmigrantes a bordo de pateras desde, al menos, el año 2008.
Un pasador influente y poderoso
Considerado como una de las personas más influyentes entre la comunidad nigeriana asentada en Marruecos, todas las personas se ponían en pie cuando él entraba en la iglesia, restaurantes y otros lugares públicos que frecuentaba. Contaba con escolta privada para sus desplazamientos por Marruecos y era el único con suficiente poder adquisitivo como para poder costear los motores y las embarcaciones tipo «patera» en las que embarcaba a cientos de inmigrantes sin las más elementales medidas de seguridad, poniendo en peligro la vida de varias personas en cada trayecto.
Los agentes tienen pruebas concretas de más de 40 embarcaciones directamente relacionadas con él que habrían partido del norte de Marruecos rumbo a España en los últimos años, algunas de las cuales nunca llegaron a las costas españolas, pudiendo haber naufragado.
Rápido, duro y sin escrúpulos
El segundo estaba asentado principalmente en la ciudad marroquí de Tánger y se encargaba de recoger personalmente a las víctimas en Nigeria y trasladarlas hasta Marruecos. Su reputación entre la comunidad nigeriana le otorgaba ciertos privilegios ante las autoridades fronterizas de los distintos países subsaharianos por los que atravesaban, lo que permitía el cruce de las víctimas de trata de seres humanos trasladadas por el mismo de forma prioritaria. Carente de cualquier tipo de escrúpulo, se caracterizaba por maltratar a las víctimas y agredirlas sexualmente a lo largo de los traslados.
Su reputación, derivada fundamentalmente de la rapidez y dureza con la que gestionaba los traslados de las víctimas, así como los sólidos contactos que tenía con distintas autoridades en algunas fronteras, hacían que numerosos tratantes asentados en distintos países de Europa «contratasen» sus servicios.
Un facilitador que obligaba a las víctimas a prostituirse o mendigar mientras se gestionaba su cruce a la Península
En cuanto al tercer detenido, se encargaba de alojar a las víctimas en Tánger hasta que se gestionaba su traslado a España, ya fuera por vía marítima u ocultas en el interior de vehículos, manteniéndose mientras tanto en contacto permanente con el primero, que era quien marcaba el momento oportuno para el cruce del Estrecho. Mientras mantenía a las víctimas allí, obligaba a las mayores de edad a ejercer la prostitución y a las menores a mendigar, obteniendo así mayores beneficios.
En los últimos tiempos había cambiado de «modus operandi» y comenzado a enviar a algunas víctimas a través de la ruta migratoria que utiliza Libia como lugar de entrada de las víctimas a Europa.
Tras obtener pruebas suficientes contra ellos, la Policía, a través de la Consejería de Interior de la Embajada de España en Marruecos, comunicó las oportunas Órdenes de Internacionales de Detención con fines de extradición a la Dirección Central de la Policía Judicial Marroquí, para que activasen las detenciones, obteniendo una inmediata respuesta operativa y practicándose inmediatamente las mismas. En la gestión de estas Órdenes Internacionales también participaron activamente el Magistrado de Enlace español en Rabat, como la Fiscalía Especial de Cooperación Internacional e Interpol.
Una vez fueron concedidas dichas órdenes, agentes de la Dirección General de la Seguridad Nacional marroquí procedieron a la localización y posterior detención de los tres ciudadanos nigerianos, dándose por completamente desarticulada la organización criminal tanto en su fase de transporte y alojamiento de víctimas, como en la de explotación sexual de las mismas, significándose que la detención de estos tres últimos supone acabar con una red responsable de la mayor parte de operaciones de tráfico ilegal de inmigrantes a través del Estrecho de los últimos años.