- La actividad física adecuada resulta fundamental como inductor de una mejora en las enfermedades respiratorias crónicas (asma y fibrosis quística).
- El deporte ayuda a mejorar las enfermedades respiratorias, sin embargo, para realizarlo se debe lograr un cumplimiento terapéutico adecuado.
(Madrid).- Los pacientes con enfermedades respiratorias crónicas (como el asma y la fibrosis quística) tienden a pensar que el ejercicio físico está contraindicado en ellos. Pueden tener esta idea errónea porque, por ejemplo en el asma, el ejercicio físico puede ser un desencadenante de crisis, sin embargo, la actividad controlada y adecuada resulta fundamental como inductor de una mejora en la condición física y calidad de vida a medio y largo plazo. Con el objetivo de difundir este mensaje y ayudar a los neumólogos en el óptimo control del ejercicio de sus pacientes, Neumomadrid ha organizado la jornada “Ejercicio físico y condición física en las enfermedades respiratorias crónicas”.
Durante el encuentro, la Dra. Verónica Sanz, médico especialista en Neumología Pediátrica del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, ha señalado que “es muy importante una adecuada actividad física no sólo como marcador de salud general, sino como inductor de una mejora en las enfermedades respiratorias crónicas (asma y fibrosis quística (FQ)). Los profesionales debemos realizar una prevención primaria evitando errores en los pacientes y sus familias”.
“Existen múltiples estudios que demuestran que el ejercicio físico es seguro en pacientes con asma leve-moderada. De hecho, puede disminuir la inflamación bronquial y, por tanto, podría ser un coadyuvante en el control del asma”, ha subrayado la experta. En este sentido, la condición física, definida por el consumo máximo de oxígeno (VO2 pico), se relaciona con mejoras en la calidad de vida, sobre todo en personas con enfermedades crónicas. Por ello, la especialista ha hecho hincapié en que “un adecuado entrenamiento físico mejora el VO2 pico en asma leve-moderada”.
En el caso de la fibrosis quística, la Dra. Margarita Pérez Ruiz, catedrática de Fisiología del Ejercicio Universidad Europea de Madrid y profesora de Fisiología del ejercicio de esta universidad, ha afirmado que “el ejercicio es una herramienta más del tratamiento avalado por la bibliografía científica desde hace más de cuatro décadas, que mantiene y mejora la condición física del paciente y ello hace que mejore su calidad de vida, el pronóstico de la enfermedad, consiguiendo disminuir el riesgo de hospitalización por exacerbación pulmonar y atenuar el declinar de la función pulmonar”.
De hecho, continúa la Dra. Pérez-, igual que cualquier fármaco es efectivo si se toma a una dosis determinada (cantidad en mg, frecuencia y duración), el ejercicio tiene efectividad si se hace una prescripción adaptada a la condición física de cada paciente y se progresa semana a semana aumentando la dosis. El componente de una actividad física pautada de forma correcta se establece según F.I.T.T-VP (Frecuencia, intensidad, tipo, tiempo, el volumen y la progresión). Sin embargo, durante la jornada ha quedado patente que siendo tan importante el ejercicio los médicos consideran que se utiliza muy poco como terapia.
¿Qué hacer cuando se quiere empezar a hacer ejercicio?
De cara a un paciente con FQ que se inicia en la práctica de deporte, resulta especialmente relevante la evaluación de la respuesta del organismo ante el esfuerzo para realizar una práctica segura de ejercicio físico.
“Sería necesario hacer una prueba de valoración funcional o prueba de esfuerzo con análisis de gases y registro electrocardiográfico además de pulsioximetría para determinar la condición física del paciente y hacer una prescripción de ejercicio ajustada a sus necesidades”, afirma la Dra. Pérez.
“De esta forma -continúa- se consigue individualizar la dosis correcta y efectiva y se puede llegar a una mejora de la condición física y por lo tanto garantizar la efectividad de la terapia. Por ello, es fundamental ponerse en manos de un buen médico y equipo de profesionales para analizar su condición física en todos sus componentes de forma adecuada (componente cardiorrespiratorio, componente metabólico, componente neuromuscular, donde incluimos la resistencia y fuerza muscular, composición corporal y flexibilidad). La prueba de esfuerzo le dará al médico mucha información y le permitirá pautar la dosis inicial. Con todos los datos los profesionales planificaran ejercicio individualizado que le permitirá mejorar la calidad de vida”.