(Madrid).- La Fundación ONCE se ha sumado a la campaña contra el acoso escolar ‘Hispania contra el bullying’, (www.hispaniasuma.org) una iniciativa impulsada por la asociación NACE (No al acoso escolar).
El proyecto se enmarca en el 2 de mayo, Día Internacional contra el bullying, y permanecerá activo más allá de esa fecha, “hasta que consigamos acabar con esta lacra”, señalan desde NACE. El ámbito de actuación no es sólo España y Portugal, sino que abarca a toda Latinoamérica.
La campaña parte del principio de que el bullying es un problema social, no sólo educativo y que, por tanto, toda la sociedad puede y debe hacer algo para acabar con él. En este sentido, anima a sumarse a cualquier particular, empresa, organización o entidad que sea sensible al tema del acoso escolar.
Fundación ONCE se ha sumado a este proyecto consciente de que el acoso escolar afecta en mayor medida a los niños con discapacidad. Así, recuerda que el 79,5% del alumnado con discapacidad, junto a los padres y los profesionales del ámbito de la educación, apuntan al hecho de “ser diferente” como el factor desencadenante para sufrir acoso escolar en el caso de los estudiantes con discapacidad.
Este es uno de los datos que revela el estudio ‘Acoso y ciberacoso’ elaborado por Fundación ONCE y el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) y presentado en 2019.
El estudio advierte de que las situaciones de acoso hacia el alumnado con discapacidad se prolongan durante años, suelen ser ejercidas por un grupo pequeño de compañeros y perpetradas por personas de su entorno más próximo, tales como estudiantes de su misma clase.
Además, alerta de que las consecuencias son muy negativas, desde el punto de vista emocional, social y académico. Así, las reacciones más frecuentes suelen pasar por el empeoramiento de las calificaciones (31,3%), el descenso de la motivación para asistir a clase (57,8%) y por el incremento de la tristeza (62,55%) y las “ganas de llorar” (53,6%).
Qué es el acoso escolar
El acoso y el ciberacoso escolar son formas de violencia entre iguales que se producen en las propias instalaciones escolares, en sus alrededores o en las actividades extraescolares, aunque, en otras ocasiones, se llevan a cabo desde un dispositivo móvil, como consecuencia de las relaciones sociales establecidas por el alumnado en el contexto escolar. Son comportamientos repetitivos de hostigamiento, intimidación y exclusión social de la víctima, que implican diversas formas de violencia física, psicológica y/o verbal, dentro del contexto educativo.
Las burlas, el aislamiento y el rechazo son las modalidades de violencia escolar más frecuentes (8 de cada 10). Asimismo, el alumnado víctima de ciberacoso lo ha sido, sobre todo, por recibir comentarios desagradables a través de WhatsApp (18,8%) y Facebook (10,3%).
Los cursos en los que se registra una mayor proporción de acoso son el primer ciclo de Educación Secundaria (40%) y el segundo de Educación Primaria (37%).
La reacción de las víctimas es muy dispar, unos tratan de evitar el enfrentamiento y otros pasan a defenderse con violencia. Hay quienes se aíslan mientras que otros lo cuentan a amigos, padres o profesores. La reacción de la comunidad educativa ante las situaciones de acoso y ciberacoso también varía, si bien es cierto que cuatro de cada diez profesionales dicen que defienden a la víctima y ponen la situación en conocimiento del profesorado.
Según la opinión de más de la mitad de los profesionales del ámbito educativo, las familias de los agresores se muestran reacias ante la posibilidad de que sus hijos puedan actuar como tal. En cuanto al comportamiento de las familias de la víctima, es el mismo porcentaje de profesionales el que piensa que están predispuestas a atajar y solventar la situación, aunque en muchas ocasiones desconozcan cómo actuar ante el acoso.
Más de la mitad de los profesionales del ámbito educativo, el 57,5%, son conocedores de la situación de acoso porque se lo ha contado un compañero del alumno o porque ha sido la misma víctima quien se lo ha confesado (56,9%). Cuando dichos profesionales toman conciencia de las situaciones de acoso suelen poner en marcha protocolos internos del centro educativo, antes que activar procedimientos externos de denuncia.
Recomendaciones
Con todos estos datos, el estudio extrae una serie de recomendaciones que pasan por desarrollar protocolos de prevención, detección e intervención que incorporen las necesidades específicas del alumnado con discapacidad; favorecer un trabajo interdisciplinar encaminado a mejorar y desarrollar las habilidades sociales de los alumnos, para que puedan evitar las situaciones de acoso, así como reconocerlas, verbalizarlas y denunciarlas, en el caso de que ocurran.