(Madrid).- A raíz de la arritmia sufrida por el Kun Agüero, jugador del FC Barcelona, la Fundación Española del Corazón (FEC) recuerda que el corazón late como consecuencia de unos impulsos eléctricos que hacen que las aurículas y los ventrículos se contraigan de forma adecuada, sincrónica y rítmica. Una frecuencia cardiaca normal oscila entre 60 y 100 latidos por minutos (lpm).
La arritmia es una alteración del ritmo cardiaco que se puede producir por tres motivos: porque el impulso eléctrico no se genera adecuadamente, porque se origina en un sitio erróneo o porque los caminos para la conducción eléctrica están alterados.
Las arritmias se pueden clasificar:
- Por su origen: supraventriculares (originadas en las aurículas o en el nodo aurículo-ventricular) o ventriculares (originadas en los ventrículos).
- Por su frecuencia cardiaca: rápidas/taquicardias (frecuencia superior a los 100 lpm) o lentas/bradicardias (frecuencia por debajo de los 60 lpm).
- Por su modo de presentación: crónicas (de carácter permanente) o paroxísticas (se presentan en ocasiones puntuales).
El Dr. Julián Pérez-Villacastín, presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) explica que “las arritmias pueden causar síntomas como palpitaciones, mareo, síncope, dolor torácico o pérdida de conocimiento”, aunque subraya que “también pueden pasar inadvertidas y detectarse casualmente cuando se realizan pruebas diagnósticas”.
La prueba diagnóstica de referencia para detectar arritmias es el electrocardiograma. Sin embargo, como explica el presidente de la SEC: “Tiene la desventaja de que solo registra la actividad eléctrica cardiaca en el momento en que se está realizando y, por tanto, solo nos muestra si existen arritmias en ese momento”.
En otras ocasiones pueden utilizarse otras pruebas como el Holter, que registra la actividad eléctrica del corazón durante un periodo de tiempo más prolongado (uno o dos días), o con menos frecuencia los Holter implantables, que se colocan debajo de la piel mediante una sencilla intervención quirúrgica. Estos dispositivos pueden llevarse durante años y se reservan para pacientes en los cuales se sospechan arritmias graves que no se han podido detectar mediante otros métodos.
Cuando se sospecha que existe una arritmia relacionada con el esfuerzo físico, puede realizarse una prueba de esfuerzo o ergometría.
También puede estudiarse en profundidad el sistema de conducción cardiaco e intentar reproducir las arritmias mediante un estudio electrofisiológico. “Este estudio se realiza introduciendo unos cables en el interior del corazón, generalmente desde las venas de las piernas, que permiten registrar la actividad eléctrica cardiaca y estimular el corazón para reproducir arritmias”, detalla el Dr. Julián Pérez-Villacastín.
Por otro lado, también puede realizarse una ecocardiografía para averiguar si existe alguna alteración estructural del corazón asociada a la arritmia.
Respecto al pronóstico, este dependerá del tipo de arritmia y del estado basal del paciente. “En general, las bradiarritmias tienen un buen pronóstico después de ser tratadas, y entre las taquiarritmias, las supraventriculares, tiene un pronóstico más favorables que las ventriculares”, añade el presidente de la SEC. El tratamiento va a depender del tipo de arritmia, su causa y las características del paciente.
En aquellos pacientes con riesgo de arritmias potencialmente mortales, puede implantarse un desfibrilador, un dispositivo similar a un marcapasos que tiene la capacidad de administrar descargas eléctricas desde dentro del corazón con capacidad para cortar arritmias que pueden poner en riesgo la vida.
Por último, el Dr. Julián Pérez-Villacastín recomienda a quienes practican deporte “la importancia de parar ante cualquier síntoma como dolor de pecho, mareo, palpitaciones o dificultad respiratoria”.