(Madrid).- El conocimiento del cerebro real, completo, vivo en la persona requiere el diálogo y la colaboración entre la neurociencia, las humanidades y las ciencias sociales. Este es el enfoque de partida del Centro Internacional de Neurociencia y Ética (CINET), creado por la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, que hoy se ha presentado en Madrid.
Su objetivo es impulsar el diálogo, la formación y la investigación interdisciplinar que promueva la comprensión rigurosa del cerebro de manera sistémica, en el contexto de la persona: el funcionamiento global del cerebro, su relación con el resto del cuerpo, con la historia vital del individuo y las relaciones interpersonales.
Con la creación del CINET, la Fundación Tatiana da un paso más en su plan de apoyo a la neurociencia, en el que lleva invertido más de 6 millones de euros. En el marco de ese plan, ha financiado 31 proyectos de investigación en centros y universidades de toda España y ha concedido 32 becas a jóvenes para que realicen la tesis doctoral.
El CINET está arropado por un plantel de prestigiosos investigadores en diversas disciplinas: neurociencia, psiquiatría, filosofía, ética o derecho, que forman parte de dos consejos asesores, uno nacional y otro internacional. Entre los expertos hay neurocientíficos como Rafael Yuste, director del Centro de Neurotecnología en la Universidad de Columbia o Jorge Sepulcre, de la Universidad de Harvard, pero también importantes filósofos como el alemán Markus Gabriel, de la Universidad de Bonn o Alva Noë, de la Universidad de Berkeley. Y, sobre todo, perfiles interdisciplinares como Georg Northoff, neurocientífico y filósofo del Canada Research Chair for Mind, Brain Imaging, and Neuroethics; Thomas Fuch, psiquiatra y filósofo de la Universidad de Heidelberg, o Marya Schechtman, profesora de Filosofía y miembro del Laboratorio de Neurociencia Integrativa de la Universidad de Illinois, en Chicago.
Al frente, una junta directiva multidisciplinar, compuesta por Javier Bernácer, director científico del CINET e investigador en la Universidad de Navarra; el filósofo Juan Arana, catedrático de la Universidad de Sevilla; Carmen Cavada, catedrática de Neuroanatomía de la Universidad Autónoma de Madrid y directora de la Cátedra UAM-Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno en Neurociencia; César Nombela, catedrático emérito e investigador en Microbiología, rector honorario de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, y Álvaro Matud, Director Académico de la Fundación Tatiana.
Retos de la neurociencia de la próxima generación
CINET ha dado ya sus primeros pasos el pasado fin de semana reuniendo en el Palacio Museo de los Golfines de Abajo, de la Fundación Tatiana, en Cáceres, a veinticinco prestigiosos ponentes nacionales e internacionales en el campo de la neurociencia y las humanidades. Con el título “Retos de la neurociencia de próxima generación. Perspectivas interdisciplinarias en un campo que cambia rápidamente”, se ha buscado fomentar el diálogo interdisciplinario y la reflexión sobre los desafíos éticos, teóricos y prácticos que enfrentará la próxima generación de investigación en neurociencia y cómo deberían prepararse los nuevos neurocientíficos para avanzar en este campo mientras reconocen sus límites.
«Uno de los grandes problemas de la neurociencia actual es cómo la hacemos llegar al público general, con titulares del tipo «Tu cerebro escoge a tus amigos», «Tu cerebro te dice de quién enamorarte», o «Facebook va a leerte la mente». Entre los objetivos del CINET está explicar lo que la neurociencia es capaz de hacer y lo que no de forma veraz, para que reconozca que necesita la ayuda de otras disciplinas», explica Javier Bernácer, director científico del CINET.
Tres de los ponentes que forman parte del consejo asesor internacional han estado en la presentación en sociedad hoy en Madrid del CINET, junto con su director científico, Javier Bernácer, y el director académico de la Fundación Tatiana, Álvaro Matud.
Jorge Sepulcre, director de laboratorio en el Gordon Center for Medical Imaging en Massachusetts General Hospital de Boston y profesor asociado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, ha señalado que “la neurociencia va a dar pasos de gigante en los próximos años con la integración de las ómicas, que se ocupan de la interacción entre los distintos niveles moleculares (ARN, proteínas, metabolitos, etc.)”.
“La integración de información estructural, funcional, genómica, metabolómica, o proteómica en la próxima década va a sorprender por su altísima resolución en todas las escalas espaciales y temporales mensurables del cerebro, después de ser una tarea pendiente durante muchos años. Gracias a este cruce de caminos entre conectómica y multiómicas ya se empieza a atisbar cómo las redes cerebrales se interconectan entre sí y cuáles son las bases biológicas de esa organización de circuitos. Y, lo que es más importante, cuáles son sus vulnerabilidades en las enfermedades neurodegenerativas”, ha especificado Sepulcre.
Marya Schechtman, profesora de Filosofía y miembro del Laboratorio de Neurociencia Integrativa de la Universidad de Illinois, en Chicago, como experta en identidad personal, en relación con el tratamiento de enfermedades neurológicas y psiquiátricas, señala su preocupación de que estos tratamientos “puedan perturbar o alterar la identidad del paciente. El alivio de los síntomas depresivos es ciertamente bienvenido, pero la rápida alteración del estado de ánimo mediante el uso de productos farmacéuticos o, lo que es aún más dramático, mediante Estimulación cerebral profunda, puede hacer que los pacientes dejen de sentirse ellos mismos y ocasionar tensiones en las relaciones con sus seres queridos”.
De igual forma Schechtman alude a otro dilema referente a la identidad personal: “Los intentos de prevenir o tratar el Trastorno de Estrés Postraumático dirigiéndose a los procesos de la memoria son tal vez prometedores, pero una vez que empezamos a intervenir en los recuerdos o, como algunos creen que será posible algún día, a insertarlos ¿estamos diseñando las identidades personales de una manera preocupante?
Por su parte, el investigador neurocientífico Ignacio Sáez, del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, cuyo campo de trabajo se centra en descubrir cuáles son las bases biológicas del pensamiento, del comportamiento y de las emociones humanas y para ello miden la actividad eléctrica del cerebro para tratar de ver como se corresponden, alude a que en su trabajo, cuyo enfoque es muy biológico, se encuentran “inevitablemente con preguntas para las que nos faltan herramientas, como son entender el concepto de persona, cómo se define la experiencia mental bilógicamente, o si una enfermedad afecta a la personalidad de una persona y a su comportamiento, entre otras cuestiones; de ahí la importancia de generar un diálogo con una disciplina diferente pero complementaria, ya que el foco de estudio es similar pero desde una aproximación diferente”.
“La colaboración interdisciplinar -añade- responde a una necesidad latente para abordar temas fundamentales como es el desarrollo de nuevas estructuras éticas y, por ello, el CINET supone una iniciativa extraordinaria para hacer confluir a las disciplinas de ciencias y humanidades en un esfuerzo por entendernos unos a otros y compartir ideas”.
Según explicó Álvaro Matud, director académico de la Fundación Tatiana, CINET ya financia dos becarios postdoctorales y dos proyectos de investigación con este enfoque interdisciplinar y tiene también la vocación de “hacer partícipe a la sociedad de una neurociencia compatible con una visión global (biológica, subjetiva, social) de la persona y que contribuya a afrontar los desafíos éticos que el progreso científico y tecnológico nos plantea”.