- Los datos muestran la superioridad de Ocrelizumab frente a Interferon beta-1a en la reducción de la progresión de la discapacidad independiente de la actividad del brote (PIRA, por sus siglas en inglés) en pacientes con esclerosis múltiple en brotes (RMS)
- Revelan que la detección y caracterización automática por resonancia magnética de las lesiones de evolución lenta podría ser el principal método para medir la actividad de la enfermedad subclínica en el cerebro
- Los nuevos resultados del estudio FLOODLIGHT sugieren que la monitorización de la progresión de la enfermedad a través de smartphones puede proporcionar nuevas pruebas en la evaluación, como la función de la mano/brazo y el comportamiento al caminar
Roche ha anunciado nuevos datos sobre Ocrelizumab que muestran avances en la comprensión de la actividad subclínica de la esclerosis múltiple (EM), así como de la progresión de la discapacidad asociada a las formas primaria progresiva y con brotes de la enfermedad gracias a la exploración de nuevos objetivos clínicos y al seguimiento preciso. Estos datos han sido presentados en el 7º encuentro conjunto de los Comités Europeo y Americano para el Tratamiento e Investigación en Esclerosis Múltiple (ECTRIMS y ACTRIMS, respectivamente).
Ocrelizumab redujo significativamente el volumen de pacientes con esclerosis múltiple en brotes (EMR) que experimentaron progresión de la discapacidad independiente de la actividad del brote (PIRA, en su siglas en inglés) en un análisis post-hoc en comparación con interferón-beta1a. Este efecto se observó especialmente en aquellos pacientes que tenían un mayor riesgo progresión de la enfermedad según la escala EDSS al inicio del estudio. Concretamente, en este análisis, el tratamiento con Ocrelizumab redujo el riesgo de PIRA en un 25 por ciento y un 23 por ciento a las 12 y 24 semanas, respectivamente (p=0.008 y p=0.039, respectivamente).
PIRA es un nuevo objetivo en EM que pretende medir en Resonancia Magnética el aumento de la discapacidad relacionado con la actividad subclínica de la enfermedad en EMR. Estos datos fueron obtenidos de un análisis post-hoc de más de 1.600 personas seleccionadas al azar a tratamiento en los estudios OPERA I y OPERA II y evaluación PIRA, según criterio de evaluación del riesgo de que la discapacidad física de una persona empeore en función de tres parámetros: la progresión confirmada de la discapacidad, la velocidad al caminar y la función de las extremidades superiores (cCDP).
«Estos nuevos análisis de los datos obtenidos en los amplios estudios comparativos realizados con OCREVUS nos permiten entender mejor que, en EMR, puede haber progresión de la enfermedad independientemente de la actividad por recaída o brote. Estos conocimientos repercuten en las decisiones que tomamos a diario junto con los pacientes —explica el Dr. Ludwig Kappos, jefe del Departamento de Neurología en el Hospital Universitario de Basilea (Suiza)—. Aunque los pacientes con EMR no tengan brotes, su enfermedad sigue presentando una actividad subclínica que puede causar un deterioro irreversible de la movilidad y de la calidad de vida cotidiana. El reconocimiento y entendimiento de este proceso respalda la indicación temprana de tratamientos más eficaces ».
Además, una presentación oral, que también resaltó la actividad subclínica de la enfermedad, mostró un nuevo algoritmo basado en resonancia magnética convencional como posible biomarcador para la detección automática de lesiones de evolución lenta, una potencial medida de la actividad de la enfermedad crónica más allá de las lesiones agudas del cerebro. Se demostró que las lesiones de evolución lenta progresaron independientemente de las lesiones agudas que conducen a una mayor pérdida de tejido cerebral focal, medida por la evolución de los “agujeros negros” en T1. Aunque todavía es necesaria más investigación en este tema, este algoritmo para la detección automática de las lesiones de evolución lenta mediante RM cerebral convencional puede proporcionar un marcador de la actividad de la enfermedad crónica en las lesiones de EM.
«Esta nueva capacidad para detectar la actividad de la enfermedad tanto aguda como subclínica con RM convencional puede mejorar la forma en la que monitorizamos su progresión y también cómo nos planteamos el manejo general del paciente», ha explicado el doctor Stephen Hauser, presidente del Comité Científico de los estudios OPERA. , director del Instituto Weill de Neurociencias y presidente del Departamento de Neurología de la Universidad de California en San Francisco.
«Si bien hemos visto que las lesiones de evolución lenta pueden ocurrir en todos los subtipos de EM, este hallazgo puede ser particularmente prometedor para las personas con EMPP cuya progresión de la discapacidad puede estar relacionada con la investigación continua de lesiones de evolución lenta. Este estudio también revela la importancia de estar investigando continuamente en EM, no solo para el desarrollo de nuevos tratamientos como Ocrelizumab, sino también para avanzar en el conocimiento de las principales causa de esta enfermedad debilitante”
En esta línea, la doctora Celia Oreja-Guevara, jefa de Sección de la Unidad de EM del Hospital Clínico San Carlos Madrid), ha explicado que los nuevos hallazgos presentados en ECTRIMS suponen un importante paso a la hora de tomar decisiones sobre el abordaje de la EM. “Existen muchas discrepancias entre los síntomas y la progresión que presenta un paciente y las lesiones que los neurólogos ven en su resonancia magnética. Esto es debido a la actividad subclínica de la enfermedad. Poder reconocer esta actividad subclínica por resonancia magnética es una necesidad no cubierta y nos puede ayudar a cuantificar la progresión de la enfermedad y, por tanto, a tomar decisiones más acertadas en el tratamiento”, ha señalado.
Según la doctora Oreja-Guevara, el nuevo concepto PIRA presentado en ECTRIMS para cuantificar la actividad subclínica de la enfermedad y el nuevo algoritmo para detectar automáticamente las lesiones de evolución lenta en resonancia magnética suponen dos grandes avances, ya que “permitirán determinar la respuesta a los tratamientos principalmente en los pacientes con EM progresiva”.
También se han presentado nuevos datos del programa de ensayos clínicos FLOODLIGHT, diseñado para evaluar los resultados de una serie de pruebas neurológicas activas obtenidos mediante la monitorización pasiva a través de un Smartphone. La herramienta permite recopilar y analizar una secuencia continua de datos sobre la progresión de la enfermedad mediante el uso de algoritmos y aprendizaje automático.
Los datos presentados en ECTRIMS-ACTRIMS demuestran una notable adherencia de los pacientes a la tecnología utilizada en FLOODLIGHT. La medida de la función de la mano/brazo basado en una prueba que permite detectar una alteración subclínica en pacientes con una actuación normal en la prueba 9 HPT, midiendo la forma en la que se agarra un smartphone. La velocidad de giro medida por un smartphone basándose en el test U-Turn demostró tener correlación con la prueba cronometrada de los 25 pasos (T25-FW) (p<0.001), y puede detectar actividad subclínica de la enfermedad en comparación con las pruebas clínicas que se utilizan habitualmente. Los datos respaldan la eficacia FLOODLIGHT como un posible complemento a las pruebas clínicas permitiendo obtener una idea más completa y consistente de la progresión de la enfermedad en el paciente.
Además, los resultados de una extensión abierta de los estudios fase III OPERA I, OPERA II y ORATORIO presentados en el encuentro ECTRIMS-ACTRIMS continúan mostrando el perfil favorable beneficio-riesgo de Ocrelizumab.
Ocrelizumab ha sido aprobado en países de América del Norte, América del Sur, Oriente Medio, Europa del Este, asi como en Australia y Suiza.
Sobre los estudios OPERA I y OPERA II en EM en brotes
Los OPERA I y II son dos estudios internacionales multicéntricos fase III, aleatorizados, doble ciego y con doble simulación que evalúan la eficacia y seguridad de Ocrelizumab (en dosis de 600 mg por infusión intravenosa cada seis meses) frente a interferón beta-1a (en dosis de 44 microgramos administradas por inyección subcutánea tres veces a la semana) en 1.656 pacientes con EM con brotes. En estos estudios la forma en brotes se definió como EM remitente recurrente (EMRR) y EM secundaria progresiva con brotes. Un porcentaje similar de pacientes del grupo Ocrelizumab experimentó efectos secundarios e infecciones graves, en comparación con los pacientes que recibieron dosis altas de interferón beta-1a.
Sobre el estudio ORATORIO en EM primaria progresiva
ORATORIO es un estudio fase III, multicéntrico, randomizado, doble ciego, que ha evaluado la seguridad y eficacia de Ocrelizumab (600 mg administrado por infusión intravenosa cada seis meses; administrado en dos infusiones de 300 mg con dos semanas de diferencia) frente a placebo en 732 pacientes con EMPP. El período de tratamiento ciego del estudio ORATORIO continuó hasta que todos los pacientes habían recibido la terapia con Ocrelizumab o placebo al menos durante 120 semanas y se alcanzó un número predefinido de eventos de progresión confirmada de la discapacidad (PCD). Un porcentaje similar de pacientes del grupo Ocrelizumab experimentó efectos secundarios y efectos secundarios graves, en comparación con los pacientes del grupo placebo.
Esclerosis múltiple
La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad crónica para la que actualmente no existe cura1,2. Se estima que afecta a unos 2,3 millones de personas en todo el mundo. La EM se produce por una alteración del sistema inmune que ataca a las estructuras de aislamiento y apoyo que rodean las neuronas del cerebro, la médula espinal y el nervio óptico, provocando inflamación y las consiguientes lesiones. El daño neuronal puede provocar una amplia sintomatología como, debilidad muscular, cansancio y problemas de visión, que pueden conducir a una discapacidad progresiva3,4,5. La mayoría de los afectados experimentan su primer síntoma entre los 20 y los 40 años de edad, siendo esta enfermedad la principal causa de discapacidad no traumática en adultos jóvenes6.
La EM remitente-recurrente es la forma más común de la enfermedad. La enfermedad puede estar activa y mostrar progresión incluso aunque los pacientes no muestren signos o síntomas de la EM y pese a la existencia de tratamientos para las recaídas7,8. Aproximadamente, el 85% de los pacientes con EM son diagnosticados inicialmente con EMRR. La mayoría de estos pacientes irán evolucionando a EMSP, en la que experimentan un empeoramiento constante de la discapacidad a lo largo del tiempo9. Las formas de EMR incluyen a pacientes con EMRR y pacientes con EMSP que continúan experimentando recaídas. La EMPP es una forma debilitante de la enfermedad, caracterizada por un empeoramiento continuo de los síntomas, pero generalmente sin periodos diferenciados de recaída y remisión. Aproximadamente, el 15% de las personas con diagnóstico de EM padece la forma primaria progresiva de esta enfermedad9. Hasta ahora, no había ningún medicamento autorizado para la EMPP.
Las personas con EM experimentan actividad de la enfermedad -inflamación en el sistema nervioso y pérdida permanente de células nerviosas en el cerebro- incluso cuando sus síntomas clínicos no son evidentes o no parecen estar empeorando10. Un objetivo importante del tratamiento de la EM es reducir la actividad de la enfermedad tan pronto como sea posible para disminuir la rapidez con que la discapacidad de una persona progresa11. A pesar de los tratamientos modificadores de la enfermedad (TME) disponibles, algunas personas con EMR continúan experimentando actividad de la enfermedad y progresión de la discapacidad.
Ocrelizumab
Ocrelizumab es un anticuerpo monoclonal humanizado, en fase de investigación, diseñado para actuar selectivamente sobre los linfocitos B CD20-positivos. Estos linfocitos son un tipo específico de célula inmunitaria que podrían contribuir de forma clave a los daños en la mielina (que aísla y soporta las células nerviosas o neuronas) y en los axones (una parte de las neuronas), lo que puede provocar discapacidad en las personas con EM. Estudios preclínicos indican que Ocrelizumab se une a las proteínas de las células CD20 presentes en determinadas células B, pero no en las células madre ni en las plasmáticas, y por tanto se podrían preservar funciones importantes del sistema inmune. Ocrelizumab se administra por infusión intravenosa cada seis meses; la primera dosis, en dos infusiones de 300 mg administradas con dos semanas de diferencia, y las posteriores, en una única infusión de 600 mg.