Este 21 de junio la Unión Europea celebra el Día de la Música, acontecimiento que la Fundación Oír es Clave quiere aprovechar para reclamar el fomento de la enseñanza de esta disciplina a los niños sordos. Aunque existen terapias y métodos para la estimulación de niños con hipoacusia o sordera profunda trabajando con vibraciones y visualmente, estas actividades dependen de la buena voluntad del docente.
Marcos Quesada es trompetista de música clásica y colabora con la Orquesta Metropolitana de Madrid y algunas orquestas barrocas. También se dedica a la pedagogía: desarrolla su actividad en la Escuela de música y danza de Collado Villalba, en la Escolanía de El Escorial y en St. Michael’s School.
Se da la circunstancia de que su hijo Nicolás (a punto de cumplir cinco años) nació con citomegalovirus congénito, virus que suele dejar como secuela la sordera. Durante el embarazo Marcos colocaba unos grandes cascos en la tripa de Silvia, su mujer, para que el pequeño escuchara música de Mozart y Vivaldi. Las ondas sonoras crean vibraciones en el líquido amniótico que sirven como estimulación. Nico nació con hipoacusia y fue perdiendo audición. A los dos meses llevaba audífonos y a los dos años fue operado para ponerle implantes cocleares.
Según reciente investigaciones, los sordos sienten las vibraciones en la región del cerebro que los normo-oyentes usan para oír, lo que explicaría por qué pueden disfrutar de la música personas que carecen de capacidad auditiva. Así lo hacía Marcos con su hijo: “Cuando Nico era bebé le ponía la campana de la trompeta en la tripa o en la espalda y soplaba, las vibraciones le hacían cosquillas y se reía o quedaba como hipnotizado”.
El pequeño Nico, con un músico en casa, ha crecido rodeado de todo tipo de instrumentos, le encanta tocarlos y experimentar con ellos y cantar. En la actualidad asiste a clases de música y movimiento donde lo pasa en grande. Su padre procura que disfrute de ella como él hace. En niño tiene en el hogar teclado, guitarra, tambor, maracas, castañuelas, trompeta… Y su padre le deja hacer: “Le guio mínimamente, pero de momento no aprende ningún instrumento. Lo normal para iniciarse en el aprendizaje más formal de un instrumento suele estar en torno a los 8 años”.
En opinión de Marcos Quesada, el uso de audífonos o implantes permite el acercamiento a la música: “La música está hecha para disfrutar y transmitir emociones de todo tipo. Los audífonos e implantes cocleares abren más canales para su disfrute en este tipo de niños y adultos”.
Fundación Oír Es Clave
La Fundación Oír es Clave tiene como objetivo ayudar a las familias para que lideren la educación de su hijo con sordera, aboguen por sus derechos y hagan posible que su hijo aprenda a escuchar y a hablar. Para ello cuenta con un centro de Atención Temprana en Discapacidad Auditiva que permite atender a las familias de los niños de 0 a 6 años con problemas de audición. http://www.fundacionoiresclave.org/.