- Nuestros legisladores creen y así se ha comprobado a lo largo de la historia, que la minoría de edad es una ventana de oportunidad para cambiar comportamientos. Y la educación es una herramienta fundamental para conseguirlo
- La criminalidad juvenil lleva una línea descendente desde hace unos años, entre un 80 y un 85% de menores de edad no vuelve a delinquir
- La respuesta penal es importante, pero, a estas edades, lo es todavía más el ambiente familiar,las posibilidades educativas, los adultos de referencia y las opciones de futuro
La especialista en protección de UNICEF Comité Español, Almudena Olaguibel, reflexiona tras los sobrecogedores casos de violencia cometidos por niños y contra niños en Cazorla, Puerto Serrano y Bilbao. Preguntándose ¿qué está fallando en un sistema que se supone que protege a los niños y les brinda unos valores educativos para que sean unos buenos ciudadanos?.
Desafortunadamente siempre ha habido acciones violentas cometidas por menores. Pero también hemos aprendido que con determinadas medidas, dedicación y adecuados referentes adultos, ha sido posible recuperar a estos niños y evitar que se conviertan en delincuentes de por vida.
Intervención educativa
Ese es el espíritu que impregna las convenciones y tratados internacionales, y que se ha trasladado a la ley que regula la responsabilidad penal de los menores de edad en España. El principio fundamental que la rige -precisamente el que la diferencia de la responsabilidad penal de los adultos- es el carácter prioritario de la intervención educativa.
Nuestros legisladores creen firmemente, y así se ha comprobado a lo largo de la historia, que la minoría de edad es una ventana de oportunidad para cambiar comportamientos. Y la educación es una herramienta fundamental para conseguirlo.
Por ello, y ante las voces que, justamente indignadas por unos hechos gravísimos, reclaman un endurecimiento de las penas, sin conocer muchas veces la magnitud real de las medidas que se imponen a los menores, nuestro deber es ofrecer los datos reales.
Estadísticas a la baja
La criminalidad juvenil lleva una línea descendente desde hace unos años, como nos muestran las estadísticas nacionales de criminalidad del último año, que recogen los datos de 2016. Y lo mismo sucede con la reincidencia en la comisión de delitos. Según diversos estudios por regiones, entre un 80 y un 85% de menores de edad no vuelve a delinquir, una vez cumplida la medida que se les impuso y que, conlleva un trabajo educativo y un esfuerzo por su recuperación y reinserción.
Una ley más dura, o una pena mayor, no garantiza por si sola la desaparición de las infracciones cometidas por menores. La respuesta penal es importante sí, pero, a estas edades, lo es todavía más el ambiente familiar,las posibilidades educativas, los adultos de referencia y las opciones de futuro que tienen estos niños y niñas.
¿O es que realmente pensamos que la hipersexualización de la infancia, el acceso casi ilimitado a contenidos violentos, la falta de contención emocional y la insuficiente guía por parte de los adultos no va a tener consecuencias en su percepción de la realidad y su comportamiento?
Las noticias que ahora nos sobrecogen deben hacernos reflexionar sobre los modelos que presentamos a nuestros hijos. Y qué hacer, como sociedad –padres, educadores, profesionales de la comunicación- para darles las herramientas que les ayuden a convertirse en ciudadanos, respetuosos con los derechos de los otros e implicados en la construcción de un país mejor.