- Las diferencias en mortalidad rural y urbana están más afectadas por las características del vecindario y la calidad ambiental del entorno que por el grado de urbanización.
- Para medir la influencia del medio urbano en la mortalidad un estudio ha desarrollado un índice de “urbanicidad” basado en diversos indicadores.
(Madrid).- Las personas que residen en áreas con mayores niveles de desempleo, mayor presencia de hogares unipersonales y una elevada contaminación percibida se enfrentan a pequeñas, pero persistentes, desventajas en la supervivencia. La mayor proporción de este tipo de zonas en las ciudades explica su mayor mortalidad con respecto a las áreas rurales de Andalucía. Esta es la principal conclusión de un estudio del Instituto de Economía, Geografía y Demografía, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que se publica en la revista Population, Space and Place.
“A pesar de que en las ciudades se tiene mayor acceso a recursos asistenciales, sociales y sanitarios, en igualdad de condiciones socio-económicas individuales y familiares, persiste una sobremortalidad con respecto a las zonas rurales”, explica Diego Ramiro, investigador del CSIC que ha co-dirigido el estudio. Los resultados muestran que, además de las variables demográficas y socio-económicas individuales, las características del vecindario, tales como sus niveles de desempleo, la alta proporción de hogares unipersonales o la percepción de la contaminación y suciedad de barrio donde se reside, juegan un papel relevante para explicar las diferencias en mortalidad.
“Mediante el uso de datos a nivel individual vinculados y georreferenciados recientemente, proporcionados por el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA), el estudio revela que las diferencias de mortalidad entre la población rural y urbana de Andalucía tienen más probabilidades de verse afectadas por la composición familiar y la calidad medioambiental del entorno, que por el grado de urbanicidad en sí”, detalla Ramiro.
Para distinguir características urbanas específicas de otras características ambientales, los investigadores han desarrollado un índice de urbanicidad, que incorpora cuatro aspectos del entorno urbano físico: densidad de población por sección censal, densidad de carreteras, superficie artificial y accesibilidad a servicios de salud.
Esta medida se ha utilizado para examinar los niveles de urbanicidad por sección censal. La información sobre el medioambiente y composición de la población se obtuvo del Censo de Población y Vivienda de 2001 del Instituto Nacional de Estadística (INE). Estos datos se vincularon a una muestra del 10% de la Base de Datos Longitudinal de Población de Andalucía (BDLPA), una base de datos exhaustiva y longitudinal que permite hacer un seguimiento de la mortalidad y la migración de la población censal de Andalucía.
“Para tener en cuenta las diferencias a nivel individual en cada sección censal, asumiendo una exposición similar ambiental, hemos aplicado un modelo multinivel de supervivencia, que recoge la heterogeneidad entre las secciones censales”, explica Ramiro. “Los resultados sugieren que el grado de urbanicidad, una vez ajustados con las variables individuales y contextuales, no explica las diferencias geográficas de la mortalidad en Andalucía”, añade.
A diferencia de estudios anteriores, que usaban únicamente datos a nivel municipal, los investigadores de este trabajo no han encontrado una mayor concentración de áreas de alto riesgo en la parte occidental de la comunidad autónoma.
Este estudio ha sido realizado dentro del proyecto LONGPOP de la Unión Europea, por los investigadores Mathias Voigt, Laura Cilek y Diego Ramiro, del Instituto de Economía, Geografía y Demografía (IEGD) del CSIC; Dariya Ordanovich, de la empresa de Sistemas de Información Geográfica ESRI España, y Francisco Viciana y Rosa Cánovas, del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA).