- La jornada ha sido inaugurada por el presidente de la Real Academia de Ciencias, Prof. Jesús María Sanz-Serna, y el rector de la UCM, Prof. Carlos Andradas
- Tanto la Real Academia de Ciencias como la Universidad Complutense de Madrid, coinciden en el interés de facilitar y promover encuentros multidisciplinares entre científicos y filósofos, que arrojen luz sobre cuestiones sumidas en un mar de confusión
- El aprovechamiento de la Inteligencia Artificial debe regirse de acuerdo con los fines que estipule la sociedad
- Aceptar acríticamente la tecnología supone aceptar sin reservas la concepción del mundo que esta acarrea
El progreso de las ciencias y su creciente complejidad ha alejado a los científicos de sus fundamentos conceptuales, tarea que sigue ocupando a la Filosofía. Por ello, la Asociación de Amigos de la Real Academia de Ciencias (aRAC) ha organizado un encuentro en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, donde expertos de ambas disciplinas han dado respuesta a preguntas como: “¿Es posible que máquinas basadas en la Inteligencia Artificial generen teorías científicas válidas?”, “¿Debemos confiar en los científicos robots?”, “Inteligencia Artificial e Inteligencia Humana ¿competencia u oportunidad de colaboración?”
Destacados miembros de la Real Academia de Ciencias, y filósofos vinculados con la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid han compartido conocimientos en la jornada, que se ha celebrado bajo el título ¿Es posible que la Inteligencia Artificial genere Teorías Científicas?
En palabras del Prof. Jesús María Sanz-Serna, presidente de la Real Academia de Ciencias, «los importantísimos éxitos recientes de la Inteligencia Artificial están teniendo y tendrán grandes repercusiones, no sólo económicas y sociales, sino también culturales. En estas últimas se centrará el encuentro, que destaca por combinar las perspectivas científicas con las filosóficas.
El Prof. Juan Antonio Valor, Decano de la Facultad de Filosofía de la U. Complutense de Madrid , ha valorado que la Inteligencia Artificial debe desarrollarse con arreglo a los criterios y directrices que la sociedad estime convenientes: “No debe haber un aprovechamiento ciego de la Inteligencia Artificial, sino un aprovechamiento crítico, es decir, con arreglo a los fines que, de manera reflexiva y crítica, estipule la sociedad”.
A su entender, la Inteligencia Artificial se puede aprovechar para aquellas tareas que resulten automatizables a través de algoritmos. Esas tareas estarán mejor y más rápidamente hechas por máquinas que por hombres. No obstante, matiza que “no hay que suponer que todas las tareas humanas son computables”.
Además, ha advertido que ni la tecnología ni la Inteligencia Artificial son neutras, ya que incorporan una determinada concepción del mundo. “Aceptar acríticamente la tecnología supone aceptar acríticamente la concepción del mundo que esta acarrea. Y esa aceptación acrítica nos convierte en esclavos, en la medida en que nos hace vivir una vida de la que no llevamos las riendas, y que es, en el fondo, la vida que otros nos hacen vivir”. Dicho de otra manera, considera que mantener cierto recelo nos permite la crítica, y la crítica nos permite la libertad, es decir, la capacidad de tomar nosotros mismos las riendas de nuestro destino.
José María Fuster van Bendegem, presidente de aRAC, ha recordado que, desde sus inicios en Grecia, la Filosofía se ha ocupado del conocimiento y su posibilidad, diferenciando con precisión la mera opinión (doxa) del conocimiento que se puede justificar como verdadero (episteme).
“Tanto la Real Academia de Ciencias como la Universidad Complutense, coinciden en el interés de facilitar y promover encuentros multidisciplinares entre científicos y filósofos, que arrojen luz sobre cuestiones que aparecen sumidas en un mar de confusión”, ha apuntado.
Asimismo, ha destacado las ciencias de la computación, neurociencias, teoría de sistemas dinámicos, teoría del caos y varias ramas de las matemáticas como las disciplinas científicas para las cuales el lema del encuentro es particularmente relevante. “Desde el punto de vista de la Filosofía, la lógica, la filosofía de la ciencia, la fenomenología, la filosofía de la mente y la epistemología serían las disciplinas que más pueden aportar a este debate”, ha añadido.
Por otro lado, ha advertido que existe una enorme confusión alrededor de las posibilidades de la Inteligencia Artificial, en parte por la dificultad del tema, pero también por cuestiones que podemos denominar de «sociología de la ciencia» (asignación de fondos públicos y privados), y por su profundo impacto en las personas y las sociedades. Por ese motivo, razona que “se hace urgente situar este debate para poder hacer un uso correcto de los avances de la Inteligencia Artificial”.
El Prof. Javier Jiménez Sendín, académico numerario y doctor ingeniero aeronáutico por la Universidad Politécnica de Madrid, ha recordado que un ordenador que está programado para realizar tareas que en la actualidad se asocian con los científicos sería el origen de la expresión “científico robot”.
Su intervención en el encuentro, titulada “¿Se puede confiar en los científicos robots?”, ha girado en torno a la noción de que la desconfianza es una consigna clave de la ciencia en general: “A los científicos lo primero que nos enseñan es a desconfiar de todo, empezando por nosotros mismos”. No obstante, añade que no considera plausible que un ordenador tenga intención de ningún tipo, de modo que la desconfianza sobre posibles “intenciones negativas” de los robots carecen de fundamento.
A su modo de ver, la interacción colaborativa entre humanos e Inteligencia Artificial puede compararse con la de un perro y un cazador, o la de un caballo y un jinete. “Cada uno hace lo suyo, y al final ambos consiguen lo que quieren. Como en todas las relaciones entre individuos muy distintos, el problema será eminentemente una cuestión de comunicación”, ha explicado.