- El ojo seco afecta a más del 11% de la población española.
- El envejecimiento celular es clave en el riesgo de desarrollar esta condición.
- Un estudio de impronta española, publicado en la revista Journal of Comparative Neurology, ha identificado un factor clave en el desarrollo del ojo seco.
(Madrid).- El ojo seco es uno de los motivos principales de visita a las consultas de Oftalmología. Afecta a más del 11% de la población española. Los pacientes con esta condición suelen experimentar molestias, pesadez y sensación de “arenilla” en los ojos. Estos síntomas se incrementan con determinadas actividades, como la atención a pantallas de ordenador, la lectura, exposición al viento o a ambientes secos. Gracias a un equipo de investigadores españoles de la Fundación de Investigación del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega de Oviedo, en colaboración con otras instituciones, el tratamiento de esta enfermedad podría cambiar y dirigirse a dianas terapéuticas más específicas y eficaces.
Según explica el Dr. Jesús Merayo Lloves, director del Instituto Universitario Fernández-Vega e investigador principal en esta patología, en los últimos años la prevalencia de esta enfermedad ha aumentado en nuestro medio. Hábitos como el uso de pantallas de visualización de datos (especialmente en jóvenes), la exposición a ambientes tóxicos (como el humo del tabaco) o efectos secundarios de cirugías, pueden favorecer la aparición de síntomas. También es frecuente encontrar pacientes con ojo seco en el contexto de enfermedades de la piel como la rosácea y enfermedades autoinmunes como las reumáticas o hipotiroidismo.
Este experto ha subrayado que en general se trata de una dolencia bien diagnosticada y tratada, aunque en ocasiones se subestima su diagnóstico, ya que el paciente “está acostumbrado” a tener síntomas y el profesional sanitario en ocasiones no tiene evidencia de que pueda ser grave.
El tratamiento consiste en la aplicación de medidas preventivas para evitar los factores de riesgo, la lubrificación de la superficie ocular con colirios de lágrimas artificiales y medidas de higiene de los párpados. En ocasiones se emplean medicamentos anti-inflamatorios, tanto tópicos como sistémicos. “Para los casos más graves se puede necesitar colirios regenerativos y medicación por vía oral. Si se logra hacer un diagnóstico de la causa de la enfermedad se trata la patología sistémica”, ha indicado el especialista.
En opinión del Prof. Luis Fernández-Vega, Presidente de la Fundación de Investigación Oftalmológica (FIO), uno de los retos más importantes en el marco del ojo seco es la educación sanitaria “sobre un problema que afecta a millones de personas”. Esta educación debe estar dirigida no solo al paciente sino también a todos los profesionales sanitarios que se pueden encontrar con esta enfermedad. “Con esta educación se evitarían los factores de riesgo y se diagnosticaría la enfermedad en etapas menos graves”, ha valorado.
El Dr. Ignacio Alcalde, investigador de esta patología en la Fundación de Investigación Oftalmológica (FIO), ha recordado que el origen de la enfermedad es difícil de determinar, ya que los síntomas se presentan en ocasiones a partir de otras patologías como condiciones autoinmunes o lesiones después de una cirugía. No obstante, ha aclarado que el envejecimiento parece ser el factor principal y que más peso aporta, que se puede agravar con la condicionante del género (las mujeres son más proclives a desarrollar la enfermedad) o agentes ambientales locales.
Los doctores Jesús Merayo e Ignacio Alcalde forman parte del equipo de investigación que ha conseguido identificar un factor que se perfila como desencadenante de la inestabilidad en la superficie ocular asociada al ojo seco. Su investigación, desarrollada en el Instituto Universitario Fernández-Vega de Oviedo, ha sido publicada en la prestigiosa revista científica Journal of Comparative Neurology, y es un ejemplo de colaboración público-privada.
Sus hallazgos pueden suponer un auténtico cambio de paradigma en este campo, ya que identifican como causa de la sintomatología una alteración de la inervación de la córnea, lo que podría orientar el tratamiento a la prevención buscando efectos neuroprotectores. Además, “nuestros resultados ofrecen una posibilidad muy interesante para pensar en un tratamiento de los síntomas en personas que ya padecen la enfermedad. El hallazgo de que una de las poblaciones neuronales que estudiamos resultó ser de carácter nociceptor (esto es, neuronas que transmiten sensación de dolor y que intervienen también en procesos inflamatorios) y que su funcionamiento está alterado, abre la vía para diseñar fármacos específicos contra esta nueva diana terapéutica. De esta manera pensamos que sería posible inhibir específicamente las señales dolorosas que transmiten estas neuronas”, ha explicado el Dr. Alcalde.
El estudio forma parte de la línea de investigación en “disfunciones de la superficie ocular relacionadas con su inervación” de la FIO y en él han participado investigadores de la Fundación de Investigación Oftalmológica: Dr. Ignacio Alcalde, Almudena Íñigo-Portugués, Omar González-González, Enol Artime y Dr. Jesús Merayo-Lloves; y del Instituto de Neurociencias de Alicante y la Universidad Miguel Hernández: Dra. Laura Almaraz, Dra. Cruz Morenilla-Palao, Dra. Juana Gallar y Dr. Carlos Belmonte.